DIABLO - CAPITULO TRES - PARTE 1

También, ojos marinos, es tu inocente culpa, que yo esté escupiendo sobre estas hojas sin haberme siquiera quitado de las manos, la harina del pan que amasé.
Era tal la fiebre, que me tiré sobre el inmundo colchón, sin forro, sin sábana, en este deprimente cuarto de dos por dos, donde me acorralan tanto los diablos como los ángeles. No sé cuáles son peores!
Qué soy yo? Angel o demonio?
Quisiera poder elegir ser simplemente mujer, una mas del montón, y no tener este estúpido cerebro ocupando espacio en el cuerpo.
Porqué no tener sólo el lado funcional de la cosa?
La memoria es un algo necesario, ya sea para recordar que el fuego quema, o para decidir voluntariamente, que hay que olvidar al neurótico que me robó la inocencia.
Antes me preguntaba cosas así, sí.
A las tres de la mañana, muerta de frío, bajaba a cargar leña en la salamandra, y me quedaba dialogando con el aire.
Pero eran preguntas, sin esperar histéricamente una respuesta.
Ahora, es impaciencia.
- QUIERO SABER! -
Qué versión tienen ustedes del árbol del Edén?
Yo debo estar fallada, porque si mi pariente Adán comió la manzana del conocimiento, a mis genes no pasó!
- Quién tiene el teléfono de la fábrica? Yo no encuentro ni eso ni el manual de
instrucciones para manejar la vida! -
Una vez me dijeron que cada raza tenía un libro guía.
Hay cuántos? Me niego a ser sugestionada por los Testigos de Jehová! La Biblia mormona es una linda novela... El Corán es para los árabes; el Gita es para los hindúes, el Talmut para los judíos, etc., etc., etc.
Yo soy criolla como la lechuga. Será que la mía es el Patoruzú de Oro? Y mientras tanto qué hago?
Talvez esté sentando precedentes y en el siglo XXI, este libro sea conocido como "La pasión de Ana", y seguirán al pié de la letra el precepto de "no jodas si no querés que te jodan".
y CRUCIFICARAN A TODOS LOS HOMBRES QUE ME AMARON POR ILUSOS, Y A TODOS LOS QUE AMÉ, POR LO QUE SEA.
Al fin y al cabo todos son culpables de algo, mientras alguien no se caliente en comprobarlo.