sábado, mayo 29, 2004

DIABLO - CAPITULO TRES - PARTE 4

El no lo sabe, pero lo sabe.
Lo presiente, yo sé.
Cómo no darse cuenta de mis ojos de carnero degollado?
La maldita ardilla que tengo escondida dentro, me hace saltar como un gnomo, de mueble en mueble.
Un momento miro una planta y al siguiente me intereso por una estúpida ventana; todo es válido para esconder mi cara de manzanita roja, mientras él me mira como un sacerdote o un abuelito, que no entiende porqué la nena está nerviosa.
Mientras yo intento ejercicios de control mental para contenerme.
- Qué viejo que está! Mèrde! (Está divino) Tendría que hacerse algo en el pelo; no sé qué. (Está barbaro) Que dientes extraños que tiene. (Para comerme mejor, claro!) Comeme abuelito, quiero decir, lobo. No ! quise decir...Esa remera manchada no le queda tan mal. (Mentira, pero está mas lindo sin ella) -
No soy pervertida; para mi su cuerpo es lo de menos. Eso no quiere decir que no lo vea atractivo. Qué cuernos! Me encantaría enroscarme en él, y dormir toda una noche. Imagina!
Como decía Pablito: hacer cucharita; dormir con las rodillas de uno encajadas en la parte de atrás de las rodillas del otro, y el pecho contra la espalda. No importa de quién contra quién.

Tampoco la pavada, no ignoro su erotismo, pero no es eso lo que me quita el sueño. Cómo se sentirían ustedes si una persona les hace aflorar toda la gama de idioteces que estoy escribiendo yo, ahora? Es para rebelarse! Para intentar hacer algo y contrarestarlo; dirigir esa energía en alguna cosa mas noble; escribir y ahorrar la moneda que le daría a un psicólogo.

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