sábado, mayo 29, 2004

MADRE - CAPITULO SEIS - PARTE 2

Dónde estabas mamá, cuando la monja me hizo recorrer el patio con el colchón en la cabeza porque me hice pis?
Dónde estabas para mi cumpleaños, o para Navidad, o para el día de la madre?
Te acordás toda la plata que te robé en Necochea? Era un terrible fajo de billetes. Quise comprarme amigos, mamá. Me sentía muy sola.

A veces en el cuarto de madrugada, regaba todo con alcohol de quemar y le prendía fuego. Pero se consumía y no se quemaba nada.
Qué buscaba con eso, mamá? Que te fueran a buscar, para que trabajes de mucama o de enfermera, o lavaplatos o cualquier cosa que no te aleje de noche.
Porqué no me creíste en San Pedro, que había hormigas en mi cama y que era por eso que me pasaba a la de ustedes?

Porqué no me creíste que yo no rompí tu rouge ni arranqué el papel higiénico?
Porqué me dijiste a los doze que aceptaste al Gallego para poder cuidarme, como si yo tuviera la culpa?
Porqué no me hablabas? Porqué tuve que aprender en una película lo que era menstruación? Porqué tuve que aprender en la calle y vos no me advertiste nada? Porqué no me hablaste del amor, del sexo, del embarazo? Porqué no me defendiste cuando me llevaron presa por fugarme?

Porqué me dabas plata, en vez de enseñarme a pescar para alimentarme sola?
Porqué la vida es así, mami? Porqué nos hicieron así? Porqué tu mamá fué así, y tu abuela y su madre, y su madre, y su madre? Porqué mierda vinimos al mundo?
Vos no tenés problemas; te aferraste a tu porción de Verdad, como un bebé a la teta sagrada.
Dios, Dios y más Dios.
Rezás, predicás y estarás entre los nosecuantos que se salvarán de la destrucción.
Yo no, vieja. Yo voy al horno de fundición. Loado sea Dios!
Al fin puedo agradecerle algo: seré aniquilada. No más penas ni olvidos. No mas cuentas para pagar, hipocresías, envidias, maridos celosos, caras de culo, trabajo, enfermedades. No más frío, hambre, soledad, miedo. Ahí se acaba todo.
Andá y tocá tu arpa si querés. Eso sí, no voy a ser tan turrita como para pecar toda una vida y después arrepentirme.
Esa es mi desgracia, madrecita. Tiendo a ser buena, justa y toda esa historia. Busco que mis pensamientos se vuelvan puros.
Sí! Qué? Cual es? Puros, dije. Trato de que sean correctos y no me siento mojigata. Entre tanta violencia, siento violencia pero intento limpiarla. Todo el tiempo trato de no ahorcar a alguien. Este verano casi fallo un par de veces.
Después me invade la pena por la idiotez ajena y se me pasa.
Pero cuánto falta para que se acabe todo de una vez?

No hay comentarios.: