sábado, mayo 29, 2004

HIJOS - CAPITULO OCHO - PARTE 1

Momoni me mira a traves del mosquitero. Juega con las orejitas tiesas como esperando que le diga la idiotez de costumbre.
En un mes y medio estará revolviendo tachos de basura.
No puedo llevármela ni nadie la va a aceptar.
Distinto fué con la Negrita; me hice toda la película de que iba a llevarla a Bahía y hasta le compré una jaula de viaje. Pobre gata si llegaba a venir! Si para mí fué un infierno de micros, hoteles, terminales y taxis, para ella serían bocinazos desconocidos, cucarachas gigantes, calor insoportable y el encierro.
Y también pobre Diana que parece que quedara en lugar menos importante. Todo el tiempo pienso en lo que estaría haciendo si estuviera acá en este momento.

El otro día en la disco veía a las pendejas bailar, super gatas y me acordaba de ella.
O cuando fuimos con Simone a pescar y me la imaginaba enganchando la carnada.
A nivel físico y naturaleza, ella se merecía este viaje.

Pero prefirió jugar a la ama de casa, cambiar la aventura por cortar leña y el viaje de omnibus por un autito...

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