sábado, mayo 29, 2004

HIJOS - CAPITULO OCHO - PARTE 2

Me siento tan desubicada con ellas dos porque no me burbujea el alma de madre; las veo como iguales.
Cuando discutimos, parecemos tres compañeras de cuarto, de las cuales una es más ordenada y le rompe la paciencia a las otras.
Cuando les hablo de algún tema en especial, me da la sensación de tener un poco de años más.
Lo único que no me sale es el contacto físico; no puedo abrazar semejante mole, que me lleva una cabeza de altura, y a la que le sobran tetas y cola como para que yo la abarque. Y la otra también salió pechugona la pobre.
Me encanta pegarles porque son macizas. O discutir, o torearlas, porque cada una en lo suyo se mantiene firme.
Pero no se me parecen y eso me entristece. Es como ser hombre y no tener un varón que perpetue el apellido. Cada una tiene una personalidad distinta y no han sacado rasgos míos, ni físicos ni psicológicos.

No hay comentarios.: