sábado, mayo 29, 2004

HIJOS - CAPITULO OCHO - PARTE 3

Todo comenzó en mi cumpleaños en el '75, en medio de una tormenta emocional que se apagó nueve años después.
Como buena hija de dos ególatras, se cree genial; también heredó el orgullo y la soberbia, la astucia y el desprendimiento.
Cuando nació en abril del "76, yo tenía solo veinte años y me había casado obligada un par de días antes, lo que lamento de todo corazón; hubiera preferido ser madre soltera.

Se comió el garrón de no poder ser hija del padre de su hermana; hoy muerde el rincón de los que no saben a que padre estrangular primero.
La menor, engendrada en mayo del '78, es considerada una de las "hijas del mundial de fútbol", cuando los argentinos olvidándose de los militares y de la inflación, fifaban como conejitos.
No es mi caso. Yo estaba de segunda luna de miel en Gesell y quería tener un hijo.
Nació a fines de enero del '79, a los apurones, en medio de mochilas armadas que no se llegaron a usar. Y no tuvimos mucho interés en ese bebé tranquilo; él, porque todavía no la consideraba persona y yo porque seguía de luna de hiel.
Ella es un duplicado corregido y aumentado de su padre. Todavía me pregunto que heredó de mi.
Cuando las miro, tan iguales a sus padres, pero en versión mujer, intento comprender porque me enamoré de ellos, porque los mismos cerebros que admiré al comienzo, son los que los perdieron cuando llegó el final.
Que nos queda de la felicidad agotada? Una walkiria alta e imponente y una "boneca de porcelana".

No hay comentarios.: