sábado, mayo 29, 2004

HIJOS - CAPITULO OCHO - PARTE 4

El mundo se me acaba. Corren las horas; ya es de día.
El escultor del cuento decía que había que terminar lo empezado y yo, idiotita, me llevo la contra a mí misma y escribo ocho capítulos en una noche.

Después? Camisa de fuerza. Su ruta? El manicomio. Quién me corre? La desesperación de los días malgastados.
No me quiero ir, pero tampoco "estoy". Sobrevivo animalescamente. Solo me sacude alguna que otra cosa, salpicada aquí y allá. Me levanto, almuerzo, juego un backgammon, leo o escribo, voy a la playa, ceno y juego otro "gamon" antes de dormir.
A veces me acuerdo que el mundo existe y hago visitas a la pintora, al músico, al médico, la cantante, el escultor, la vendedora, el vago. Todos son algo; yo soy un ente.
Solo me visita la cantante-fotógrafa. La envidio tanto! Recién comienza y puede elegir el momento en que amará, viajará o lo que sea. Puede tener todos los Juanes o Pirulos y los Ojos-de-agua del mundo. Es joven, hermosa y gata.
Yo aposté mal y estoy sola. A los treinta y nueve, ningún tipo en sus cabales curtiría algo, con una hija quinceañera en el medio. Ni tampoco toda la oxitocina del planeta me puede hacer brillar como a los veinte. Tendré que darle bola a los fusilados o los pendex.

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