sábado, mayo 29, 2004

HIPOCRESÍA - CAPITULO DOCE - PARTE 1

Podría sonreirte, Puma, y decirte que está todo bien, y que fué una tormenta de invierno, y que ya salió el sol. Pero no puedo mentirte. Realmente no me merezco lo que me hacés. Ya sé que cuando nos encontramos te aferraste a mí pensando que había que preservar tu pureza.
Ni yo era madura, ni vos puro. Yo tengo diecinueve años mentales y vos tenés mentalidad arcaica. Cuando ambos tomamos consciencia, se pudrió todo; nuestros demonios afloraron.
Acabo de decirte que quisiera quererte un poco y no me sale. Intento verte como un ser que hay que cuidar, aceptar y todo eso, pero me siento muy herida.
Trato de hacerme imágenes mentales de los dos eternos días que duró el paraíso, cuando dormíamos abrazados como serpientes, me bañabas en tu perfume y yo te acomodaba la trenza.
Qué le vas a hacer! Yo estoy apasionada por ojos-marinos, y te lo dije de entrada. Puede que esté errada pero las cosas son así.
Mirá, como no podía jugar más a que no me afectaba, fuí a su casa y se lo dije; como una colegiala.
El ya lo sabía, (claro que no es b...) y no movió un dedo para retenerme. Tal vez tenía un poco de ganas de domar a la jornalista aventurera y yo lo asusté, o tiene miedo de mi inmadurez, o no le gusto y punto.
Seguiré intentando. Y a vos te lo conté por no ser hipócrita.

No hay comentarios.: