- Dónde estás mamá? -
- Acá hijita, al lado tuyo. -
- Haceme dormir que estoy muy triste. -
- Bueno, cerrá los ojitos. Pensá que sos una princesita de quince años, con largos cabellos sedosos y un vestido de oro. -
- No puedo mamá. En veinticuatro horas tendré treinta y nueve, me rapé neuróticamente y estoy vestida con todo lo que había a mano porque está lloviendo y hace frío. -
- No mi amor! En los sueños todo es posible. -
- Bueno, a ver? Dejame imaginar que tengo treinta y nueve espléndidos, que soy superatractiva y que mi cabeza es un bocado apetecible que atrae más que una ninfeta infartante. -
- Pero hijita, no ves que en realidad es así? Ellos te ven de ese modo! -
- No, ellos ven una vieja inmadura, insatisfecha, incoherente e infeliz. -
- Entonces mostrales que sos independiente, inteligente, inconformista e inimaginable. - - Está bien, dejame soñar. Soy yo misma y me quieren como soy, con todos los IN.
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