sábado, mayo 29, 2004

MUERTE - CAPITULO TRECE - PARTE 2

Estaba tomando un baño, cuando sonó el teléfono. Mi tío había muerto.
Todavía mojada, me cubrí la cabeza, tomé un abrigo y salí.
Su esposa lloraba, sola como una madonna. Lejos, a sus espaldas, la familia buscaba sin encontrar algo que decirle. Ahí murmuraron algo sobre ahorrar el dinero de las coronas para dárselo a ella, y acto seguido criticaron mi capa roja. Me enfurecí. Levanté la voz en medio del velorio diciéndoles que no tenían derecho a decidir qué debe ponerse alguien en medio de un dolor así. Mas les valía ahorrarse su dinero, acercarse y abrazarla, para que ella intentara desahogar su angustia.
Un mes después y en el mismo lugar, velaba a una niña de dieciséis que se creyó la historia de salir Miss Piripipí, cuando ya había metido la pata con um embarazo. Aborto y muerte.
Lloré por la amiga que empezaba a querer, por el que no me amaba a mí por amarla a ella, por la infancia que se me iba y por la brutalidad de todo.

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