sábado, mayo 29, 2004

SEXO - CAPITULO NUEVE - PARTE 2

Como dicen mis queridos Hare Krsna, las cucarachitas tienen sexo y tambien los rinocerontes y las palomas y los dinosaurios. Algunos bichos tienen placer, otros no. Entre los primeros nos contamos felizmente nosotros. Nosotros? Pero, y, la felicidad?

"A través del sexo seguro con profiláctico..."
"Converse con su pareja sobre sus más intimos deseos."
"Planifique la cantidad de hijos que desea, y averigue sobre los métodos anticoncepcionales"
"Disfrute del sexo ocasional con libertad y sin culpa..."
"No cimente su vida en relaciones efímeras..."

Ni las cucarachas, palomas, rinos o dinos tienen tanto problema. Y no me vengan con que yo la complico mucho, porque el mundo es así; yo no lo inventé. Soy normal, tengo el clítoris en su lugar y aprendí a usarlo.

Si mi cabeza piensa, es falla de fábrica. Puedo pararla, y en qué resulta?
Mi zona cerebral afectiva tiene miles de arañazos que la estan dejando cuadriculada.
Que no tengo que mezclar? Vayanse a c...!
No soy yo, son ustedes que la quieren todas; quieren las que le conviene.

Amor con sexo con cabeza. Amor sin sexo con cabeza
Amor con sexo sin cabeza. Amor sin sexo sin cabeza
Sexo sin amor con cabeza. Sexo sin amor sin cabeza

Debe haber otras combinaciones más complicadas: casados, separados, casados adúlteros, monjes, lesbianas, hermafroditas, ángeles, muertos.
"Io voglio una donna!" gritaba el personaje de Fellini.
E Io voglio occi-di-mare, sono capito?
Figlio da santa putana, io te voglio!
Je suis malade pur toi!
Eu te desejo olhos d'agua!
Hay millones de hombres por ahí, cien mil millones de infinitas posibilidades y también trillones de fracciones de tiempo, intuiciones, cerebros privilegiados, bocas sin fin.
Yo quiero ESE hombre en ESTE momento.

No me entiende, ni lo intenta. Tal vez sea impotente (ojalá que no); me ignora y su cabeza está cansada. Pero jamás sabré si es el Correcto, si no lo pruebo.
Ustedes se preguntaran cómo sé que puede dar bien, si solo tengo una imagen parcial de su persona. Bueno, lo he visto en su diminuta ropa de baño, pero no sé como es su sexo. No sé si es feo con el pelo corto, o tiene mal aliento.
Pero lo he visto despertar y también tener sueño. Cuando me besa, me roza las mejillas y yo caigo en el abismo. Cuando se ríe con una carcajada de trueno, quedo una semana vegetando.

Pero no es solo un papo mental; me revoluciona las hormonas.
Camino contoneándome como una gata, y mi piel brilla, mi bombacha se humedece. No he necesitado masturbarme ni creo que lo haga, pero sí, me cociné a fuego lento en mi propio jugo cerebral.
Alguien dijo que el sexo perfecto, es aquel que se desea más de lo que se practica. Mèrde! No quiero hipótesis, sino la demostración del teorema.

Quiero que nos desnudemos con prisa, con la desesperación del tiempo esperado.
Y luego de mil veces mil, cuando invade el cansancio y se apaciguan las fieras, amar en cuotas; solo caricias hasta dormir.
Cien años después, ya arterioescleróticos, nos amaremos temblorosos, con miedo de lastimar, aún teniendo la seguridad que da el conocimiento detallado del cuerpo del otro. Cada arruga, cada alteración de los latidos, cada músculo dolorido.
Mil años después, momias en un museo, lo seduciría con los ojos cerrados.

Tal vez ya libre del cuerpo, me incorporaré a él, como en las imágenes tántricas: uno pegado al otro, indisolubles.
O podría flotar en el Infinito, sin tocarlo ni mirarlo, colmados aún de energía.

No hay comentarios.: